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“Un grupo, un quórum o un salón de clase en la Iglesia
podría incluir a algunos alumnos aburridos; a otros que
estén reconsiderando su relación con la Iglesia en una
forma desapercibida, agonizante y crucial; a otros que probablemente
estén de visita y que tal vez hayan de basar su
futura asistencia y actitud en cuanto a la Iglesia en las experiencias
que esa ocasión les ofrezca; a algunos cuyo idealismo
se haya debilitado y hasta a un buen número de...
miembros bien informados que encuentran gozo y progreso
en una Iglesia divina que está llena de frágiles seres
humanos y que pueden sobreponerse a sus desilusiones.
Ser impersonal o utilizar un método genérico de liderazgo
o de enseñanza ante un grupo de tal variedad significaría
que no se está ‘anhelosamente consagrado’ a la causa
del liderazgo o de la enseñanza. Un desempeño de liderazgo
o de enseñanza insensible y casual pondría en evidencia
que la persona se considera simplemente como un
curso o como una barrera de peaje por la que deben pasar
los miembros. La enseñanza bajo tales condiciones estaría
ignorando la personalidad particular de la persona y carecería
de afecto significativo y personal”
(Élder Neal A. Maxwell, " . . . A More Exalted Way" [1973], 56–57, citado en La enseñanza, el llamamiento más importante [1999], pág. 36; las divisiones entre párrafos han sido omitidas). |