Pero es preciso que se haga a mi propia manera; y he aquí, ésta es la forma en que yo, el Señor, he decretado abastecer a mis santos, para que los pobres sean exaltados, y los ricos sean humildes (DyC 104:16).
Si no se les ha enseñado la doctrina sobre el bienestar, empezarán a tomar decisiones como si fueran hombres de negocios (Obispo Presidente Robert D. Hales, Seminario de capacitación DTA, 4 de octubre de 1993).
Y el obispo... también debe viajar..., buscando a los pobres para satisfacer sus necesidades, haciendo humildes a los ricos y a los orgullosos. (DyC 84:112)
El obispo debe conocer la situación temporal de los miembros de su barrio y asegurarse de que aquellos que lo necesiten reciban atención y ayuda apropiada. No es suficiente que sólo actúe cuando le pidan ayuda. Para servir con eficacia, él debe buscar a los pobres. En esa responsabilidad pueden ayudarle los líderes de los quórumes del sacerdocio y de la Sociedad de Socorro, los maestros orientadores y las maestras visitantes. (El proveer conforme a la manera del Señor: Guía para los líderes de bienestar, 1991, 32296 002 pág. 13)
Por la palabra del Señor el único mandato y el único criterio para cuidar de los pobres de la Iglesia, descansa en el obispo… Este es su deber y únicamente de él, determinar a quién, cuándo, cómo y cuánto se le debe de dar de ayuda a cualquier miembro del barrio, con fondos procedentes de la Iglesia. Ésta es su más alta y solemne obligación, impuesta por el Señor mismo. El obispo no puede escapar de este deber; no puede eludirlo; no puede delegarlo y relevarse él mismo. Aún cuando le pida a alguien reasumir, él es responsable (J. Reuben Clark, hijo, "Bishops and Relief Society [Los obispos y la Sociedad y Socorro]", 9 de julio de 1941; Marion G. Romney, "La función del obispo en el programa de bienestar de la Iglesia", Liahona, enero de 1980).
Por medio de su oficio y llamamiento de sacerdocio, el obispo determina a quién, cuándo, cómo y cuánta ayuda de bienestar de la Iglesia se le debe dar a un miembro del barrio. Con el fin de que el obispo pueda cumplir apropiadamente con esas responsabilidades, el presidente de estaca se asegura de que aquél comprenda los principios de bienestar. (El proveer conforme a la manera del Señor: Guía para los líderes de bienestar, 1991, 32296 002, págs. 13-14)
Las Autoridades Generales, los Representantes Regionales y los presidentes de estaca, están menos preparados que el obispo para juzgar al respecto. Mientras menos en contacto se encuentren ustedes del obispo local, menos capaces serán de tomar decisiones inteligentes, dejen en paz a los que están inspirados, porque es al obispo a quien el manto se le ha dado. ¿Cuál es la función principal del presidente de estaca? Es cerciorarse de que los obispos entiendan los principios. (Bishop Robert D. Hales, Regional Representatives Seminar [Seminario para Representantes Regionales], 5 de abril de 1991)
Y se mantendrá el almacén por medio de las consagraciones de la iglesia; y se proveerá lo necesario a las viudas y a los huérfanos, como también a los pobres. Amén. (DyC 83:6)
Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe. (Gálatas 6:10)
Pero benditos los pobres que son puros de corazón, cuyos corazones están quebrantados y cuyos espíritus son contritos,... porque la grosura de la tierra será suya. (DyC 56:18)
Deja también que tus entrañas se llenen de caridad para con todos los hombres, y para con los de la familia de la fe... (DyC 121:45)
Y así, en sus prósperas circunstancias no desatendían a ninguno que estuviese desnudo, o que estuviese hambriento, o sediento, o enfermo, o que no hubiese sido nutrido; y no ponían el corazón en las riquezas; por consiguiente, eran generosos con todos, ora ancianos, ora jóvenes, esclavos o libres, varones o mujeres, pertenecieran o no a la iglesia, sin hacer distinción de personas, si estaban necesitadas. (Alma 1:30)
El Profeta José Smith enseñó que es nuestra responsabilidad dar alimento a los hambrientos, vestir a los desnudos, proveer a las viudas, secarse las lágrimas del huérfano, consolar al afligido… sea en esta iglesia, o en cualquier otra, o en ninguna iglesia, dondequiera que él los encuentre. (Times and Seasons [Periódico Tiempos y estaciones], 15 de marzo de 1842, pág. 732; H. David Burton, "H. David Burton, "Go, and Do Thou Likewise [Vé, y haz tú lo mismo]", Ensign, mayo de 1997, pág. 75-77).
La mejor medida o principio para traer a los pobres al arrepentimiento es administrar a su deseos. (The Words of Joseph Smith [Las palabras de José Smith], pág. 124)
"El hombre que se siente lleno del amor de Dios no se conforma con bendecir solamente a su familia, sino que va a todo el mundo, con el deseo de bendecir a toda la raza humana". (José Smith, Times and Seasons [Periódico Tiempos y estaciones], 15 de marzo de 1842, pág. 732. Citado en Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 208)
Como el élder Talmage escribió una vez: Religión sin moralidad, profesar santidad sin caridad, ser miembro de una iglesia sin responsabilidad adecuada, en lo que atañe a la conducta individual en la vida diaria, son como metal que suena y címbalo que retiñe: ruido sin música, palabras sin el espíritu de la oración. La religión pura y sin mácula delante de Dios y Padre es ésta: Visitar los huérfanos y las viudas en sus tribulaciones y guardarse sin mancha de este mundo.” La sinceridad de propósito, la integridad del alma, la pureza individual, la libertad de conciencia, el deseo de hacer bien a todos los hombres, aun a los enemigos, la benevolencia pura, estas cosas son algunos de los frutos que distinguen la religión de Cristo; y sobrepujan en importancia y valor la promulgación de dogmas y la declaración de teorías (Artículos de Fe, pág. 471; Gordon B. Hinckley, "Blessed Are the Merciful [Bienaventurados son los misericordiosos]", Ensign, mayo de 1990, pág. 68).
Usted sabe que tengo casi setenta años de edad. Pienso que he conocido solamente a una persona en mi vida que pienso que no era digno; y esa persona fue un hombre. Nunca he conocido a una madre ni tampoco a un niño, y con excepción de aquél hombre, no puedo pensar en otra persona que clasificaría como indigno de ayuda del bienestar. (Elder Henry D. Moyle)
Es mejor alimentar a nueve personas indignas, que dejar a una décima digna irse hambrienta. Siga esta regla y se encontrará en el lado derecho haciendo lo bueno. (Brigham Young, Journal of Discourses [Acta de discursos], 16:44)
... cada hombre según sus carencias y necesidades si éstas son justas... (DyC 82:17)
El principal deber de ayudar a los pobres de parte de la Iglesia, no es dar alivio temporal a sus necesidades, sino salvación a sus almas. Por tanto, el obispo está para “visitar a los pobres y a los necesitados y administrarles ayuda”, como un esposo a la viuda, un padre al huérfano. Y para las necesidades temporales, él puede acudir al almacén. Espiritualmente él está para encargarse de que sean o se vuelvan puros de corazón, que sus espíritus sean contritos, que sus “corazones sean quebrantados.” (Marion G. Romney, "La función del obispo en el programa de bienestar de la Iglesia", Liahona, enero de 1980)
El obispo presta asistencia del programa de bienestar a los miembros para que éstos se desarrollen espiritualmente, sean autosuficientes y aprendan a proveer para otros. (El proveer conforme a la manera del Señor: Guía para los líderes de bienestar, 1991, 32296 002 pág. 13)
¿A quién debo ayudar? ¿Cuánta ayuda debo brindar? ¿Cuán a menudo y durante cuánto tiempo debo ayudar? Nunca se dará un reglamento absoluto y terminante a esas preguntas. Como jueces comunes, debéis vivir dignamente a fin de recibir las respuestas para cada caso, directamente de la única fuente de que disponemos: la inspiración de los cielos. (Marion G. Romney, "La función del obispo en el programa de bienestar de la Iglesia", Liahona, enero de 1980, pág. 158. Citado en El proveer conforme a la manera del Señor: Guía para los líderes de bienestar, 1991, 32296 002, pág. 14)
Las reuniones de quórum comienzan a cumplir con su objetivo cuando satisfacen las necesidades de sus miembros. En ellas se puede enseñar la forma de desarrollar las habilidades en todos los aspectos de la preparación personal y familiar. (L. Tom Perry, "La preparación personal y familiar", Liahona, agosto de 1981, pág. 152)
A todos los quórumes del sacerdocio se les “manda” que unan sus fuerzas… para cerciorarse de que cada persona que se encuentre afligida sea ayudada por su quórum a volverse autosuficiente. (Harold B. Lee, "The Place of the Priesthood Quorum in the Church Security Program [El papel del quórum del sacerdocio en el programa de securidad de la Iglesia]", Improvement Era, octubre de 1937; Gordon B. Hinckley, "Welfare Responsibilities of the Priesthood Quorums [Las responsabilidades de bienestar que comparten los quórumes del sacerdocio]", Ensign, octubre de 1977, pág. 86; Gordon B. Hinckley, citado en Neal K. Newell, "Providing the Blessing of Employment [Administrando la bendición del empleo]", Ensign, abril de 2000, pág. 50)
Estoy satisfecho, mis hermanos, de que en cada quórum del sacerdocio se cuente con la suficiente experiencia, con el suficiente conocimiento, fortaleza y preocupación para ayudar a los miembros del quórum que tengan problemas, siempre que estos recursos sean administrados en la debida forma. (Gordon B. Hinckley en El proveer conforme a la manera del Señor: Guía para los líderes de bienestar, 1991, 32296 002, pág. 16)
El Obispo mira a cada persona necesitada como un problema temporal, cuidando de ella hasta que pueda ayudarse a sí misma; el sacerdocio debe mirar por sus hermanos necesitados como un problema permanente hasta que no se satisfagan sus necesidades temporales, así como sus necesidades espirituales. (J. Reuben Clark, hijo, “Bishops and Relief Society [Los obispos y la Sociedad de Socorro]” 9 de julio de 1941, págs. 17-18; Gordon B. Hinckley, "Welfare Responsibilities of the Priesthood Quorums [Las responsabilidades de bienestar que comparten los quórumes del sacerdocio]", Ensign, octubre de 1977, pág. 86)
Porque he aquí, el Señor ha dicho: No socorreré a los de mi pueblo en el día de su transgresión, sino que obstruiré sus caminos para que no prosperen... (Mosíah 7:29)
porque no es propio que las cosas que pertenecen a los hijos del reino sean dadas a aquellos que no son dignos... (DyC 41:6)
¡Ay de vosotros los pobres, cuyos corazones no están quebrantados, cuyos espíritus no son contritos y cuyos vientres no están satisfechos; cuyas manos no se abstienen de echarse sobre los bienes ajenos; cuyos ojos están llenos de codicia; que no queréis trabajar con vuestras propias manos! (DyC 56:17)
Dar al holgazán es tan terrible como ninguna otra cosa. Nunca le den algo al Holgazán. (Brigham Young, Journal of Discourses, V. 16, p. 19)
Si la persona se rehúsa a hacer su parte mediante el trabajo que pueda brindar según su habilidad, el obispo tiene la prerrogativa de suspender la ayuda hasta que la persona en cuestión cambie su actitud. (Marion G. Romney, "La función del obispo en el programa de bienestar de la Iglesia", Liahona, enero de 1980, pág. 156)
Ayudamos con bienes y servicios básicos para sustentar la vida, no el mantenimiento de los actuales niveles de vida. (Thomas S. Monson, "Guiding Principles of Personal and Family Welfare [Los principios rectores del bienestar personal y familiar]", Ensign, septiembre de 1986, pág. 3).
Y el obispo... también debe viajar..., buscando a los pobres para satisfacer sus necesidades, haciendo humildes a los ricos y a los orgullosos. (DyC 84:112)
Cada miembro debe contribuir con una generosa ofrenda de ayuno para el cuidado de los pobres y necesitados. Esta ofrenda debe ser equivalente por lo menos al valor de dos comidas no realizadas al ayunar. A veces somos un poco miserables y nos imaginamos que tuvimos un huevo para el desayuno y que cuesta tantos centavos y entonces se los damos al Señor. Yo pienso que cuando somos ricos, como muchos de nosotros somos, que debemos ser muy, muy generosos. Creo que debemos dar, en lugar del dinero que ahorramos por dos comidas de ayuno, tal vez mucho, mucho más, diez veces más, cuando estamos en posibilidades de hacerlo (Conference Report [Informe de la Conferencia General], mayo de 1974, pág. 184; Spencer W. Kimball, "Los servicios de bienestar: El Evangelio en acción", Liahona, febrero de 1978).
"En la Iglesia no existe la limosna; ése es un motivo por el cual debemos hacer del cuidado de los necesitados un problema local, y la razón principal por la cual debemos continuar haciéndolo en esa forma. La Iglesia no puede dar limosnas; no puede proporcionar una gran reserva a la cual acudieran los obispos para conseguir todo lo que necesitaran para los pobres... y tomaran todo lo que quisieran. Eso no podrá ser". (J. Reuben Clark, hijo, Conference Report [Informe de la Conferencia General], noviembre de 1944. Citado en Victor L. Brown, "La Iglesia y la familia en los servicios de bienestar", Liahona, agosto de 1976, pág. 100)
Se espera que cada barrio o estaca enfrente la necesidad, no solo de proveer para los suyos, sino de ayudar a otros barrios y estacas. No se puede hacer posible de ninguna otra manera el trabajo que la Iglesia se propone hacer. Pero pocas estacas y barrios están en la posición en la que pueden satisfacer correcta y simplemente las necesidades de los suyos (Heber J. Grant, Conference Report [Informe de la Conferencia General], noviembre de 1936, págs. 2-6; Marion G. Romney, "Welfare Services [Los servicios de bienestar]", Ensign, noviembre de 1975, pág. 124).
El trabajo es un esfuerzo físico, mental y espiritual. (El proveer conforme a la manera del Señor: Guía para los líderes de bienestar, 1991, 32296 002, pág. 6)
No serás ocioso; porque el ocioso no comerá el pan ni vestirá la ropa del trabajador. (DyC 42:42)
La ayuda no se da normalmente como caridad; se debe distribuir por trabajo o servicio realizado… el bienestar espiritual de aquellos a quienes se ayuda, debe recibir cuidado especial y debe ser fomentado enérgicamente y bajo oración. Un sistema que de ayuda a cambio de trabajo o servicio, llegará más allá de estos fines. (Primera Presidencia, Improvement Era, mayo de 1936, págs. 305-306)
Nuestro propósito principal era establecer, hasta donde fuera posible, un sistema mediante el cual se acabara con la maldición de la ociosidad, se abolieran los daños de la limosna y se establecieran una vez más entre nuestra gente la independencia, la industria, la frugalidad y el autorespeto. El designo de la Iglesia es ayudar a la gente a ayudarse a sí misma. El trabajo ha de ocupar nuevamente el trono como principio gobernante en la vida de los miembros de la Iglesia. (Heber J. Grant, Conference Report [Informe de la Conferencia General], octubre de 1936, pág. 3, citado en Marion G. Romney, "Principios básicos de los servicios de bienestar de la Iglesia", Liahona, agosto de 1976, pág. 108; Heber J. Grant, Conference Report [Informe de la Conferencia General], octubre de 1936, pág. 3. Citado en Spencer W. Kimball, "Los servicios de bienestar: el Evangelio en acción", Liahona, febrero de 1978, pág. 110)
Nosotros, los que estamos al servicio de Dios, Debemos reconocer que el trabajo es una necesidad espiritual además de ser una necesidad económica. Los pioneros entendieron este principio. (Spencer W. Kimball, "Sacrificio", Liahona, agosto de 1981, pág. 135)
Un hombre sin trabajo es un caso especial para la iglesia, porque privado de su herencia, su integridad está siendo puesta a prueba como la de Job. Mientras los días se vuelven semanas y meses e incluso años de adversidad, el daño se hace más profundo, y con angustia está tentado de "maldecir a Dios y morir". La continua dependencia económica lo quiebra, lo humilla si es fuerte, lo estropea si es débil. Sensible o curtivo, desanimado o indiferente, rebelde o sumiso -- de cualquier modo, tiene la amenaza de ruina espiritual, porque la limosna es un mal y la ociosidad una maldición. Pronto él se hace semillero del descontento, de pensamientos erróneos, de creencias ajenas. La Iglesia no puede esperar salvar a un hombre el día domingo, si durante la semana es un espectador pasivo de la crucifixion de su alma. (Gordon B. Hinckley, "Helping Others to Help Themselves: The Story of the Mormon Church Welfare Program [Ayudando a otros a ayudarse a sí mismos: La historia del programa de bienestar de la Iglesia]", Historical Department Archives [Archivos del Departamento Histórico], The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints [La Iglesia de Jesucristo de la Santos de los Ultimos Días], 1945, pág. 4)
Las lecciones de la historia… nos muestran de forma decisiva… que la dependencia continua bajo la ayuda induce a la desintegración moral y espiritual que es fundamentalmente destructiva de la fibra nacional. Dar limosna como ayuda es administrar un narcótico, un sutil destructor del espíritu humano. (Presidente Franklin Roosevelt, State of the Union Message [Discurso sobre el estado de la Unión], 1935)
El precio que se paga de "algo por nada" puede ser más de lo que uno se puede permitir. (Ezra Taft Benson, Teachings of Ezra Taft Benson [Enseñanzas de Ezra Taft Benson], pág. 262)
No pueden ayudar a la gente en forma permanente, al hacer por ellos lo que ellos pueden y deben hacer, por sí mismos (Ezra Taft Benson, "Ministering to Needs through the Lord's Storehouse System [Cómo satisface el almacén del Señor las necesidades de los miembros]", Conferencia General, abril de 1977, Ensign, Mayo de 1977, pág. 82).
No hay tal cosa como recibir algo por nada… los recipientes dan, si no dinero, algo que puede ser infinitamente más precioso. (Albert E. Bowen, Church Welfare Plan [El plan de bienestar de la Iglesia], 1946, págs. 91-92)
Es un error dar al necesitado algo por lo que él no trabajó dentro de sus habilidades. El proveer a una familia con ayuda sin esperar que ellos trabajen dentro de sus habilidades por lo que reciben, no es a la manera del Señor. Aquellos que aceptan algo por nada pierden su integridad y su auto respeto, porque se vuelven parásitos, viviendo del trabajo y del esfuerzo de otros. El Señor ha sido estricto en sus instrucciones al respecto. Cada uno, tanto jóvenes como viejos, que reciba ayuda debe trabajar dentro de su habilidad… La fortaleza espiritual de los hijos de Dios es destruida cuando los programas no se siguen como el Señor los ha detallado. Nuestra gente necesita trabajar por lo que recibe. (H. Burke Peterson, The Welfare Production-Distribution Department [Departamento de producción y distribución], octubre de 1975)
Una limosna de la iglesia sería peor que una del gobierno, porque fallaría frente a la luz mayor. Las prácticas de la Iglesia enmarcan objetivos más honorables, y potenciales más gloriosos. (Thomas S. Monson, "Guiding Principles of Personal and Family Welfare [Los principios rectores del bienestar personal y familiar]", Ensign, septiembre de 1986, pág. 3).
Cuando nos apartamos de lo dispuesto por el Señor en lo referente a velar por los pobres, nos hacemos presas del caos. John Goodman, experto en administración social, declaró para un periódico estadounidense: "El sistema de bienestar de los Estados Unidos es un desastre. En vez de abolir la pobreza, la fomenta. Subsidia el divorcio, los embarazos de adolescentes solteras, el abandono de ancianos por parte de sus hijos y la disolución de la familia. ¿La razón de ello? Le pagamos a la gente para que sea pobre. Las organizaciones de caridad privadas siempre han sido más eficaces en proveer ayuda en donde realmente se la necesita". (Thomas S. Monson, "Un plan providente--una promesa preciosa", Liahona, julio de 1986, págs. 57-58)
"He aquí, es necesario que haya una organización de mi pueblo, a fin de reglamentar y establecer los asuntos del almacén para los pobres de entre mi pueblo,... como establecimiento y orden permanentes y sempiternos para mi iglesia,... (DyC 78:3-4)
Y ahora bien, he aquí, esto servirá de norma a todas las esparcidas ramas de mi iglesia, en cualquier parte en que estén establecidas. Y ahora doy fin a mis palabras. Amén. (DyC 72:23)
El deber del obispo que le ha sido ordenado a la iglesia en esta parte de la viña, el cual es el siguiente: Administrar el almacén del Señor; recibir los fondos de la iglesia… a fin de que también esto se consagre para el bienestar de la iglesia, para los pobres y los necesitados. (DyC 72:9-12)
Y además, desígnele el obispo un almacén a esta iglesia; y guárdense en manos del obispo todas las cosas, tanto dinero como víveres, que excedan a las necesidades de este pueblo (DyC 51:13).
Y además, si después de esta primera consagración, que constituye un resto que ha de consagrarse al obispo, hubiere en la iglesia, o en manos de cualquiera de sus individuos, más propiedades de las necesarias para su sostén, se depositarán para suministrar de cuando en cuando a los que no tengan, para que todo hombre que esté necesitado sea abastecido ampliamente y reciba de acuerdo con sus necesidades. Por tanto, el resto se guardará en mi almacén para suministrarse a los pobres y a los necesitados, de acuerdo con lo que indiquen el sumo consejo de la iglesia, y el obispo y su consejo (DyC 42:33-34).
El almacén del Señor se compone del tiempo, el talento, las habilidades, la compasión y la donación de materiales y medios económicos de los miembros fieles de la Iglesia. Todo esto está a disposición del obispo para ayudar a los necesitados. Nuestros obispos tienen la responsabilidad de aprender a usar estos recursos en forma apropiada (Thomas S. Monson, "Más importante que la victoria", Liahona, enero de 1989, pág. 52).
Y al dar de vuestros bienes a los pobres, a mí lo haréis… el resto se guardará en mi almacén . . . (DyC 42:31, 34)
Mientras el sustento, la ropa y la casa sean abundantes, el dinero permite los medios convenientes para proveerlos (Albert E. Bowen, The Church Welfare Plan [El plan de bienestar de la Iglesia], 1946, pág. 45).
Y en cuanto al dinero que le quedare a este pueblo, nómbresele un agente que tome el dinero para proporcionar alimentos y ropa según las necesidades del pueblo. (DyC 51:8)
El plan de bienestar… se diseñó para que en su forma más elemental pueda proveer sustento, vestido y casa, que son los elementos esenciales para el sostén físico. Éstos tienen en sí el poder de satisfacer las necesidades humanas básicas, que el dinero no puede lograr. (Albert E. Bowen, The Church Welfare Plan [El plan de bienestar de la Iglesia], 1946, pág. 45)
La Iglesia ha establecido en algunas partes del mundo las operaciones de bienestar. Estas abarcan oficinas de empleo, tiendas de Industrias Deseret, almacenes, fábricas de conservas, silos de granos y otros proyectos de producción. . . . Donde existan estos servicios, las operaciones de bienestar y LDS Social Services (servicios sociales SUD) están a disposición de los obispos a fin de que utilicen esos recursos para ayudar a los pobres y a los necesitados. Muchas veces, las operaciones de bienestar proporcionan oportunidades de trabajo y capacitación para aquellos que necesiten la ayuda de la Iglesia. (El proveer conforme a la manera del Señor: Guía para los líderes de bienestar, 1991, 32296 002, pág. 16)
Las soluciones para la pobreza son muy complejas, y el equilibrio entre el exceso y la escasez de asistencia es muy difícil de lograr. Nuestra compasión puede llevarnos al fracaso si ayudamos sin fomentar a la vez la independencia y la autosuficiencia del que recibe. (Glen L. Pace, "¿Programas o principios?", Liahona, julio de 1986, pág. 21)
Pienso que hay una lección que nunca debemos olvidar, nosotros los obispos, de que debemos ser sabios. ¡Cuan sabios debemos ser! A veces podemos sentir que somos generosos en dar sin pedir algún servicio a cambio, que quizás somos generosos y buenos; pero en realidad somos crueles. Funciona al revés de lo que pensamos. Somos crueles si enseñamos a la gente a tomar sin dar, sin hacer lo que pueden hacer dentro de lo razonable. (Spencer W. Kimball, Welfare Services Meeting Report [Informe de la reunión de servicios de bienestar], octubre de 1974, pág. 18)
Y seréis iguales, o en otras palabras, tendréis el mismo derecho a los bienes, para el mejor manejo de los asuntos de vuestras mayordomías, cada hombre según sus carencias y necesidades si éstas son justas... (DyC 82:17)
Recientemente el presidente Monson me dijo, “Yo siempre me he considerado como un obispo que se ha equivocado por el lado de la generosidad y si lo tuviera que volver a hacer, yo sería aun más generoso.” (Glenn L. Rudd, Talk to Seventies Quorum [Discurso dado al Quórum de los Setenta], agosto de 1991)