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Su llamamiento para enseñar el Evangelio: Principios para la enseñanza del Evangelio



"Si tenemos el Espíritu del Señor como nuestra guía, podemos enseñar a cualquier persona, por muy culta que sea, en cualquier parte del mundo. El Señor sabe mucho más que cualquiera de nosotros, y si somos Sus discípulos, actuando bajo la influencia de Su Espíritu, Él puede hacer llegar Su mensaje de salvación a toda alma" (Dallin H. Oaks, citado en La enseñanza, el llamamiento más importante, pág. 40).

Algunos principios de enseñanza del Evangelio:

1. La importancia de la Enseñanza del Evangelio en el Plan del Señor.

"El que cada uno de nosotros "ven[ga] a Cristo", guarde Sus mandamientos y siga Su ejemplo para volver a la presencia del Padre es en verdad el propósito más sublime y sagrado de la existencia humana. El ayudar a los demás a lograr eso también - el enseñar, persuadir y conducirlos con fervor a que anden también por el sendero de la redención - en verdad debe ser la segunda tarea más importante de nuestra vida" (Jeffrey R. Holland, en Conference Report, Abril de 1998, pág. 31; o Ensign, May 1998, pág. 25).

Vea también 1 Corintios 12:28–30.

2. Una comprensión de "el poder de la palabra" para bendecir las vidas de las personas.

“Invertimos a menudo un gran esfuerzo en intentar aumentar los niveles de actividad en nuestras estacas. Trabajamos diligente para elevar los porcentajes de asistentes a las reuniones sacramentales. Trabajamos para conseguir que un porcentaje superior de nuestros hombres jovenes sirva en misiones. Nos esforzamos para mejorar los números de casamientos en el templo. Todos estos son loables e importantes esfuerzos para el crecimiento del reino. Pero cuando los miembros individuales y las familias se sumergen a sí mismos en las escrituras regular y consistentemente, estas otras áreas de actividad se darán automáticamente. Los testimonios aumentarán. El compromiso se consolidará. Las familias se fortalecerán. La revelación personal fluirá” (Ezra Taft Benson, “The Power of the Word” Ensign, Mayo de1986, pág. 81).

"Yo les enseño principios correctos, y ellos se gobiernan a sí mismos" (José Smith, citado en John Taylor, "The Organization of the Church", Millennial Star, 15 de noviembre de 1851, pág. 339).

Vea también 1 Nefi 15:24; Jacob 2:8; Alma 31:5; Helamán 3:29–30.

3. La necesidad de enseñar por el Espíritu.

"Debemos… lograr que nuestros maestros hablen con sus corazones en vez de con sus libros, para comunicar su amor por el Señor y por esta preciosa obra, y de alguna manera esto encenderá el fuego en los corazones de aquellos a quienes enseñan" (Teachings of Gordon B. Hinckley [1997], págs. 619-20).

Vea también 1 Reyes 19:9–12; Lucas 24:32; 3 Nefi 9:20; DyC 50:15–23; 84:85.

4. La importancia de la preparación mental y espiritual diligente.

"Cuando hablamos acerca de enseñar por el Espíritu no es sobre un proceso místico que quite del misionero o del maestro la responsabilidad de la preparación ferviente y reflexiva. El enseñar por el Espíritu no es el equivalente perezoso de ir en "piloto automático". Todavía necesitamos un "plan del vuelo" cuidadosamente elaborado (Neal A. Maxwell, That Ye May Believe, pág. 40).

Vea también Deuteronomio 11:18–21; Salmos 119:105; Jacob 1:17; Alma 17:2–3; DyC 9:7–8; 11:21; 84:85.

5. La necesidad de mantener pura la doctrina.

"He hablado antes sobre la importancia de mantener pura la doctrina de la Iglesia, y de observar qué es lo que se enseña en nuestras reuniones. Es algo que me preocupa. Las pequeñas aberraciones en la enseñanza doctrinal pueden conducir a las falsedades grandes y malignas" (Teachings of Gordon B. Hinckley, pág. 620).

Vea también Colosenses 2:8; Jacob 7:1–27; Mosíah 23:14; Alma 1:3–12; 30:1–60; DyC 19:29–30.

6. La importancia de enseñar con las Escrituras, las palabras de los profetas y los materiales aprobados de estudio.

"El maestro excelente del Evangelio debe enseñar empleando el material aprobado del curso con un mayor énfasis en destacar la doctrina, los principios y las ordenanzas del Evangelio de Jesucristo" (Dallin H. Oaks, en Conference Report, Octubre de1999, pág. 102; o Ensign, Noviembre de 1999, pág. 79).

Vea también 3 Nefi 11:31–40; DyC 18:35–36; 42:12–13; 52:9; 76:40–41.

7. La importancia de la preparación y la participación del estudiante.

"Y además, el que recibe la palabra de verdad, ¿la recibe por el Espíritu de verdad o de alguna otra manera? Si es de alguna otra manera, no es de Dios. Por tanto, ¿cómo es que no podéis comprender y saber que el que recibe la palabra por el Espíritu de verdad, la recibe como la predica el Espíritu de verdad?" (DyC 50:19–21).

Vea también Alma 32:6; 3 Nefi 17:1–3; DyC 88:122.

8. Evitar la autopromoción (supercherías).

Con una mente capacitada y una manera hábil de hacer su presentación, los maestros pueden ser sumamente populares y eficaces en la enseñanza. Pero Satanás tratará de valerse de ese punto fuerte para desviar a los maestros, alentándolos a que tengan su propio séquito de discípulos. Un maestro de la Iglesia, un instructor del Sistema Educativo de la Iglesia, o un profesor de una universidad Santo de los Ultimos Días que reúna tal grupo de partidarios y lo haga "por causa de las riquezas y los honores" (Alma 1:16) es culpable de superchería. (Dallin H. Oaks, "Nuestros puntos fuertes se pueden convertir en nuestra ruina", Liahona, mayo de 1995, pág. 17; vea también David A. Bednar, "Buscar conocimiento por la fe", Discurso dirigido a los educadores religiosos del SEI, 3 de febrero de 2006, Instituto de Religión Jordan).

Vea también Mateo 23:25–28; 2 Nefi 26:29; DyC 58:40–41; 112:10; 124:84.

9. Amar a Dios y a aquellos a quienes enseña.

"Cuando se nos llama a enseñar, debemos aceptar nuestro llamamiento y enseñar motivados por nuestro amor a Dios el Eterno Padre y a Su Hijo, Jesucristo. Además, el maestro del Evangelio debe enseñar siempre con amor por sus alumnos. Se nos ha enseñado que debemos orar "con toda la energía de [nuestros] corazones. . . [para estar] llenos de este amor" (Moroni 7:48). El amor a Dios y el amor a Sus hijos es la razón principal para servir. Los que enseñan por amor serán magnificados como instrumentos en las manos de Aquel a quien sirven" (Dallin H. Oaks, in Conference Report, Octubre de1999, pág. 101; or Ensign, Noviembre de 1999, pág. 79).

Vea también 1 Corintios 13:1–13; Moroni 7:46–48.

10. Obtener seguridad a través del Espíritu.

"Si algún hermano o hermana se siente impreparado - incluso incapaz - de responder a un llamado para servir, para sacrificar, para bendecir las vidas de otros, recuerde esta verdad: 'A quien Dios llama, Dios califica'. El que percibe la caída del gorrión no abandonará a sus siervos en sus necesidades" (Thomas S. Monson, "Tears, Trials, Trust, Testimony," Ensign, Sept. 1997, 5).

Recursos para el maestro

  • La revelación personal, a través del estudio y de la oración
  • La presidencia de la Escuela Dominical de barrio
  • Los bibliotecarios de barrio y del centro de reuniones
  • La lista de asistencia de clase (impresa por el secretario de barrio o de membresía)
  • La enseñanza, el llamamiento más importante
  • “Enseñanza del Evangelio y liderazgo," sección 16 del Manual de Instrucciones de la Iglesia, Libro 2: Líderes del sacerdocio y de las organizaciones auxiliares [1998]
  • Biblioteca del centro de reuniones (centro de materiales)
  • Los esfuerzos del mejoramiento del maestro
  • El curso Enseñanza del Evangelio

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