"La fe precede al milagro. Siempre ha sido así, y siempre lo será. No llovía cuando se le ordenó a Noé que construyera un arca. No había un carnero a la vista en el matorral cuando Abraham se preparó para sacrificar a su hijo Isaac. No se había visto aún a dos personajes divinos cuando José se arrodilló y oró. Primero vino la prueba de la fe y entonces el milagro.
“Recordad que la fe y la duda no puede existir en la misma mente al mismo tiempo, porque una disipará a la otra. Desechad la duda. Cultivad la fe.”
- Presidente Thomas S. Monson, “The Call to Serve”, Ensign, noviembre de 2000, 48-49.
Aplicando a nosotros las enseñanzas de los profetas y apóstoles modernos:
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¿Por qué la fe precede siempre al milagro?
- ¿Puede pensar en un solo caso en las Escrituras en donde lo opuesto sea cierto - dónde los milagros hayan sucedido antes de aplicar la fe o en ausencia de la fe?
- Por qué no es posible que la fe y la duda existan en la misma mente al mismo tiempo?
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